El control de la información
- Diego Carrere
- 28 jul 2017
- 4 Min. de lectura
La llegada de internet y de las nuevas herramientas tecnológicas fueron vistos en un principio como hechos que democratizarían y otorgarían libertad a la población mundial. Con el avance de los mismos, esta última empieza a darse cuenta cada vez más que nos enfrentamos a una realidad de dos caras, y que los mismos instrumentos que pueden hacernos seres humanos más libres, pueden al mismo tiempo quitarnos libertad. Uno de los grandes fundamentos sobre el cual se sienta esta afirmación radica en el creciente control que las tecnologías como principalmente internet (la base de probablemente todas las demás en este sentido hoy) posibilitan ejercer a través de la recolección de datos a todo tipo de organizaciones. Cada vez que entramos a un sitio web dejamos huellas, datos, que posteriormente son sometidos a tratamiento y que juntos aportan información valiosa para distintas organizaciones y actores. Lo mismo sucede cada vez que utilizamos algún otro tipo de herramienta tecnológica similar, desde cuando miramos televisión por cable o pagamos con nuestra tarjeta al momento de comprar algo. Es en este contexto que la palabra “Big Data”, que justamente hace referencia a este fenómeno, parece haberse puesto de moda en los últimos años y está hoy en boca de todos. A menudo se hace mucho énfasis, con razón, en la importancia que tienen estos datos para las empresas, que pretenden llegar de mejores formas a sus consumidores y potenciales clientes; pero se olvidan de que los gobiernos son también actores importantes en todo este proceso. Como explicaba Jacques Chonchol en “El poder de la economía mundial”, los actores internacionales privados cada vez les sacan más poder a los Estados, y sus decisiones cada vez se ven más influenciadas por los mismos. Pero esto no significa que la globalización sea el aplastamiento de las multinacionales sobre los Estados, sino que estos se adaptan constantemente a las modificaciones de su medio exterior y contribuyen así con sus decisiones a modelar la economía mundial. Algunos países como India lo hacen ofreciendo un marco fiscal ventajoso o mano de obra barata. La apertura a los datos de sus habitantes no hace más que seguir esta línea. Debe entenderse como los Estados son lentamente empujados a tomar este tipo de decisiones, impulsados por una realidad que avanza muy rápido y en la que pestañear significa perder. Al mismo tiempo, los diferentes gobiernos ven la recolección de datos y su posterior tratamiento como una oportunidad también para sí mismos. La seguridad nacional probablemente sea una de las que encabeza el listado. Hay autores que hablan de un intento de “moldeado de personalidad” de sus ciudadanos con estas nuevas herramientas, y de cómo esto es visto como una posible solución a muchos de los problemas que hoy enfrentan los diferentes países. Si bien esto podría llegar a funcionar en un futuro, no debe ignorarse el hecho de que el “moldeado de personalidad” atacaría directamente nuestro espíritu crítico; eliminaría nuestra capacidad de decisión, ya que todas las respuestas “estarían dadas” de forma previa; eliminaría el disenso; y haría que inevitablemente cualquier democracias se extinguiera en concepto. Es importante aclarar por qué me refiero a que habría una extinción en concepto. Esta debe diferenciarse de una extinción en palabra. Es que si esto llegar a suceder, en última instancia, nadie dejaría de decir que vivimos en una democracia, nadie siquiera se habría dado cuenta. Nos enfrentamos a una revolución, que ya comenzó, y que actúa silenciosamente, casi de forma imperceptible, que ya casi no nos deja margen de acción. De aquí parte nuestra preocupación central, materializada en la privacidad personal de los individuos. Nuestro objeto de investigación concreto: La Ley de Inclusión Financiera, es tan solo un aspecto más de este problema, pero uno que marca un antes y un después en torno al control informacional en nuestro país. Se suma a la seguidilla de proyectos de este orden que impulsa el gobierno oficialista desde que está en el poder en 2005, luego del Plan Ceibal o “One Laptop Per Children”, que logra alcanzar a aquellas personas que antes no eran generadoras de datos informacionales; la regulación de la marihuana, que impone un registro obligatorio de aquellos que quieran comprar o cultivar, obteniendo así datos que durante años estuvieron impedidos por la ilegalidad; y el reciente Plan Ibirapitá. Estos son sólo algunos ejemplos. No debe olvidarse cómo la empresa Antel durante los últimos años no ha hecho más que acompañar este proceso y constituir su base, sobre todo con la inauguración del Nuevo Data Center en Pando. Evidentemente esta investigación amerita un estudio mucho más amplio y muchas preguntas quedan sin responder, pero sin duda hay un vínculo claro entre esos acontecimientos. Lo que intentamos es acercar un punto de vista, que entendemos ha sido muy poco discutido, y que debe ser tenido en cuenta. Las personas deberían saber qué es lo que está pasando a nivel mundial, hacia dónde vamos, y entender cómo todos los hechos pueden ser vistos desde múltiples lugares al mismo tiempo, a la vez complementarios. Cómo ningún hecho sale de la nada y todo responde a un contexto que lo provoca. Conocer ese contexto y poder producir interpretaciones personales-interpersonales de lo que sucede. Entender que no existen las verdades; que todo depende de las circunstancias y de las situaciones. Lo que nosotros planteamos en esta investigación ha de ser visto de esa forma: como una de las perspectivas a tomar en cuenta cuando se quieran abordar temáticas que inherentemente confluyan con esta. Dependiendo de cada proyecto la integración que se le podrá dar a la misma.
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